Esta caricatura publicada por la revista satírica La Carcajada, uno de los diversos nombres a cuyo cambio hubo de recurrir La Flaca para evitar la censura, ha pasado a convertirse en la viva imagen de la corrupción electoral de la Restauración, es decir, del pucherazo.
Y es que en ella se reflejan todos los males que corroían el sistema electoral sin el que no hubiera sido posible garantizar el turno pacífico entre los partidos dinásticos: falsificación de actas, compra de votos, sumisión de los poderes locales (gobernadores civiles provinciales y ayuntamientos) al gobierno central, caciquismo, presión al votante, manipulación del censo incluyendo en el mismo personas muertas...
El hecho de que Sagasta, uno de los grandes líderes de la Restauración y principal defensor del sufragio universal hasta su aprobación en 1890 durante su gobierno, encabece la procesión electoral no hace sino reforzar la percepción de que la caricatura ha de referirse, forzosamente, a las malas prácticas del bipartidismo.
Aún así, la imagen, que tan ilustradora resulta sobre la práctica del pucherazo, no puede criticar en modo alguno la manipulación electoral durante la Restauración (1875-1923), ya que se publicó en 1872, en el reinado de Amadeo I, tres años antes que Martínez Campos proclamara, con el pronunciamiento en Sagunto, a Alfonso XII como rey de España.
¿Qué hechos denuncia, pués, La Carcajada?
El comentario que sobre la caricatura se hace en la revista resulta muy esclarecedor.
¿Cuando digo a Vds. que el dibujante es el mismísimo diablo!
¿Qué les parece la lámina que ilustra hoy nuestro semanario?
Ya me parece que oigo á los lectores de La Carcajada, prorrumpir en una sonora idem, al ver la gráfica procesión que hoy les ofrecemos.
Miren Vds. En primer lugar la vera efigie del sufragio universal, convertido en la famosa ley del embudo sobre la que se apoya con mucha sandunga el hombre del tupé al que guarda la espalda un individuo del famoso batallón de la porra. Descansando sobre su obra es conducido por sus adictos que tienen buen cuidado de no perder el equilibrio, por miedo de que se les caigan del bolsillo las credenciales de que van provistos.
Detrás vienen los gobernadores de provincias cargados con los utensilios de las elecciones, las ratoneras, cubiletes, dados y otras zarandajas. Siguen los ayuntamientos en conserva y escoltados por la cofradía de la porra, un gran número de inválidos que han abandonado su hogar y de difuntos que han salido de la tumba para dar sus votos á los candidatos adictos al gobierno, y por último el carro que conduce los votos para los Lázaros.
Después de cuanto se ha dicho y escrito acerca de las pasadas elecciones, no creemos sean necesarias mayores explicaciones. Dejemos, pues, la lámina a la libre interpretación de nuestros lectores, á los cuales anunciamos nuevas sorpresas con las que se están preparando para los números sucesivos.
Sagasta caricaturitzado como un embaucador. La Carcajada, 12 d'abril de 1872 |
El Partido Constitucional se presentó a las elecciones en coalición con el Partido Conservador, venciendo en ellas por una aplastante mayoría, ya que obtuvo 236 de los 391 escaños elegidos en España (11 más le correspondían a Puerto Rico y 18 a Cuba). Sagasta fue nombrado jefe de gobierno.
Sin embargo, el estallido de la Tercera Guerra Carlista, el 15 de abril, dificultó mucho su tarea y fue sustituido por el genral Serrano el 26 de mayo, quien dimitió también el 13 de junio, favoreciendo el nombramiento de Ruiz Zorrilla (que había obtenido 42 escaños en las elecciones). Pero ante la imposibilidad de formar fun gobierno estable convocó nuevas elecciones para el 24 de agosto.
Unas elecciones que ganó holgadamente el Partido Radical de Ruiz Zorrilla con 274 escaños.
El sorprendente vuelco electoral en estas elecciones celebradas con poco más de cuatro meses de diferencia, el hecho de que en cadauna de estas convocatorias gane abrumadoramente el partido del presidente del gobierno en ejercicio y las críticas de La Carcajada, deberían obligarnos a revisar algunos clichés históricos: ni el sistema de la Restauración inventó el pucherazo, ni probablemente la monarquía de Amadeo I fuera un sistema tan democrático como le atribuimos.
(...) lo que es en Cádiz no ha habido ilegalidad de ninguna clase, lo único que se ha hecho es negar la cédula a muchas personas que hubieran votado por el candidato de la oposición, y haberse hecho el milagro de hacer votar á algunas personas que hace tres años descansan el sueño de la paz. (La Carcajada, 12 d'abril de 1872)